Chile va al espacio (lo lleva Richard Branson)  

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Así serán los cohetes de Virgin Galactic. El primero de ellos verá la luz pública a mediados de agosto en Mojave. Se espera que esté llevando turistas al espacio a partir del año 2010.

Si las cosas resultan de acuerdo al plan, en el año 2010 comenzarán los vuelos espaciales turísticos de Virgin Galactic, la empresa especialmente creada para este fin por el magnate británico Richard Branson. En Chile, será Cocha la agencia encargada de vender los boletos. De manera que, para el Bicentenario, nuestro país podría enviar a su primer hombre al espacio. El "programa espacial" nos saldría harto más barato que el de otras naciones: US$ 200.000. Claro que duraría bastante menos también: un vuelo completo tomará dos horas y media.


Un cohete que funciona con el mismo gas que se utiliza para anestesiar pacientes y hacer crema batida. Un pueblito olvidado en el desierto de California. Un inventor-genio de bajo perfil. Un mediático magnate que sueña con llevar turistas al espacio. Parece el argumento de una película de Hollywood. Y puede que lo sea, en los próximos años. Pero no se trata de ficción, sino de una historia muy real que está ocurriendo justo ahora.

Una historia con escenas en Mojave, un pueblo en el desierto del mismo nombre, a unos 150 kilómetros de Los Ángeles; en Londres, donde está Virgin Galactic, la compañía fundada por el magnate británico Richard Branson para llevar a gente común y corriente al espacio; y, de algún modo, en Chile: la agencia de viajes Cocha acaba de convertirse en el representante de ventas de Virgin Galactic para nuestro país. Si todo sale bien, en el año 2010 Chile podría poner a su primer hombre en el espacio. Justo para el Bicentenario.


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Si hubiera que elegir a un personaje para las escenas iniciales de esta película, ése debiera ser el doctor estadounidense Peter Diamandis. Educado en Harvard y en el MIT, Diamandis ha estado obsesionado desde siempre con el espacio, y no podía entender que agencias como la NASA hubieran suspendido buena parte de sus esfuerzos de exploración. Inspirándose en el premio Orteig, una recompensa de US$ 25 mil que un empresario hotelero ofreció en 1919 al primer piloto que cruzara en avión de Nueva York a París (y que ganó en 1927 Charles Lindbergh), el doctor Diamandis recaudó US$ 10 millones para crear su propia competencia, en 1994.

La llamó Ansari X Prize, y las reglas eran muy sencillas. El ganador sería la primera empresa privada que lograra poner una nave tripulada a más de cien kilómetros de la superficie de la Tierra. Y para que no quedaran dudas de que se trataba de un aparato manejable y reutilizable, los competidores debían repetir la hazaña en menos de 15 días. Durante una década, 26 equipos de todo el mundo trataron de lograr la meta. Unos canadienses pensaron un cohete que sería lanzado desde un globo, a 70 mil pies (21 kilómetros) de altitud. Unos rumanos idearon una nave que funcionaba con oxígeno líquido y queroseno. Varios se arruinaron, pero el concurso fue un éxito: hoy existen nuevas versiones del X Prize. Una premiará con US$ 20 millones a la primera empresa privada que lleve un robot a la Luna. Y otra está buscando a quienes sean capaces de inventar un automóvil que nos libere de la petróleo-dependencia, según unas reglas que están elaborándose.

Pero ésa es otra historia. Lo que importa acá es que, en octubre de 2004, un cohete ideado por el ingeniero Burt Rutan (y financiado en buena parte por el ex socio de Microsoft, Bill Allen) logró llegar dos veces al espacio en menos de cuatro días. Los pilotos Mike Melvill y Brian Binnie se convertían así en los primeros astronautas privados. Y dos días antes del primer vuelo, el millonario británico Richard Branson daba una clase magistral acerca de cómo ser el hombre correcto en el lugar preciso: junto al ingeniero Rutan, en Mojave, dio una conferencia de prensa para anunciar la creación de Virgin Galactic, empresa cuyo objetivo sería convertirse en el primer operador comercial de vuelos espaciales. Todo esto, usando las prácticas y poco convencionales ideas de Rutan.

Que, dicho sea de paso, no era un aparecido en el mundo de la aeronáutica. Ya en 1986 había conseguido un lugar en el salón de la fama de los inventores de aviones. Ese año su Voyager se convirtió en la primera aeronave que conseguía dar la vuelta al mundo sin hacer escalas ni recargar combustible. El avión, pilotado en turnos por su hermano Dick y por Jeanna Yeager, se tardó nueve días en completar la tarea.

Tras ese éxito, Rutan se volcó al diseño de cohetes. Para ganar el Ansari X Prize pensó una nave regordeta, hecha de fibra de carbono y propulsada por una mezcla de óxido nitroso y caucho (muy parecida al "gas de la risa" que se usa como anestesia). Para abaratar los costos, pensó que era mejor despegar "con ventaja", así que diseñó un avión nodriza que llevaría al cohete hasta 15 kilómetros de altitud. Allí, éste se soltaría para iniciar su ascenso. El principio es el mismo que se usará en el SpaceShipTwo (o SS2), nave para dos pilotos y seis pasajeros que será mostrada al público a mediados de agosto. Y que debiera comenzar a operar, como ya está dicho, en 2010. Hasta entonces, seguirán siendo sólo 450 los humanos que han logrado salir al espacio.


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Cualquier viajero distraído se pasaría por alto el pueblo de Mojave. Es apenas un cruce de caminos con dos restaurantes, una estación de trenes y un zumbido incesante que proviene de los cientos de turbinas eólicas instaladas en las cercanías. Sin embargo, la historia de este asentamiento de 3.000 habitantes tiene varios hitos destacables. No muy lejos, en la vecina Base Edwards de la Fuerza Aérea de Estados Unidos, se superó por primera vez la velocidad del sonido, en 1947. Fue ahí mismo donde tuvieron lugar los primeros aterrizajes del transbordador espacial. Y fue ahí también donde se formuló la tristemente célebre Ley de Murphy. El propio Burt Rutan lo explicaba de esta manera en una entrevista: "Lo que hacemos es innovación, pues no hay mucho más que hacer aquí en Mojave".

Dados los acontecimientos de los últimos cinco años, Mojave hoy ostenta la categoría de puerto espacial. Es el único sitio autorizado en Estados Unidos para esta clase de vuelos. Y es allí donde tendrán lugar los primeros viajes espaciales turísticos de Virgin Galactic. Claro que el plan de la compañía es trasladarse a un emplazamiento con mucho más glamour, en el desierto de Nuevo México. Las autoridades de este estado ya firmaron un acuerdo con Virgin, y comprometieron US$ 200 millones para levantar un hotel de lujo, hangares, pistas y las demás instalaciones que sean necesarias.

Pero actualmente, el trabajo sucio se sigue haciendo en Mojave. Es allí, en unos discretos hangares del aeropuerto, donde funciona Scaled Composites, la empresa de Burt Rutan que está construyendo la nave madre y el cohete. Varias publicaciones dicen que la inversión total del proyecto se eleva por sobre los US$ 250 millones. Pero ni Branson ni Rutan han querido dar cifras.

Lo que sí se sabe con certeza es el precio de un pasaje al espacio: US$ 200 mil. Los primeros en volar serán los Branson en pleno, incluyendo al septuagenario padre del magnate. Luego vendrán los llamados Founders, un grupo de cien personas que ha apoyado el proyecto desde el comienzo, y que ha pagado la suma total del pasaje. Aunque no está confirmado, pues la idea es mantener la confidencialidad de los clientes, se comenta que entre estos viajeros figura el físico Stephen Hawking, el diseñador Philippe Starck (que ideó el logo de Virgin Galactic) y el cantante inglés Moby. Por ahora, la lista de Founders ya está completa y cerrada.

Luego vienen los Pioneers, que son 400 personas y que están divididas en grupos de 100, según el dinero que han abonado al proyecto. La primera de estas categorías corresponde a los que ya adelantaron US$ 175.000; aquí tampoco hay vacantes. Después vienen los que ya han puesto US$ 150 mil; aquí hay todavía 50 cupos. El grupo de pioneros lo completan quienes adelanten US$ 125 mil y US$ 100 mil, donde también quedan espacios disponibles. Por último, quienes quieran volar y tengan más paciencia -o no les importe estar entre los primeros 500- pueden hacer un abono de US$ 20 mil.

Si todo sale bien con la primera nave, Branson y Rutan planean construir de inmediato una segunda. Al principio, pretenden tener un vuelo a la semana, pero quieren llegar a hacer uno al día. De conseguirlo, el precio de un pasaje al espacio bajaría ostensiblemente. Se dice que a "sólo" US$ 20 mil.


La conexión chilena

La idea de poner al primer chileno en el espacio tiene a Felipe Castro, gerente de Ventas de Cocha, con una sonrisa difícil de borrar. Un diploma firmado por Branson lo confirma como Agente Espacial Acreditado de Virgin Galactic, el único de Chile y uno de los tres de Sudamérica (los otros dos son de Argentina y Perú). ¿Cómo llegó Virgin a Cocha? El propio Castro explica:

-Cocha pertenece a Virtuoso, uno de los conglomerados de agencias de lujo más importantes del mundo. Se trata de un consorcio que reúne a las empresas más finas en el mundo de los viajes de lujo. Y Virgin Galactic se unió a Virtuoso, entonces por ahí nos llegó la invitación.
Claro que eso fue apenas el comienzo. Como en Chile hay otras tres agencias que pertenecen a Virtuoso, y además se estaba sondeando a otros tres actores del mercado local, Castro debió llenar un cerro de formularios y sostener varias entrevistas telefónicas con la gente de Virgin. Al final, cuando quedó como único candidato, viajó hasta Los Ángeles a hacer un curso para aprender todo lo relativo a los vuelos.

-¿Valdrá la pena el esfuerzo? ¿Habrá chilenos interesados?
-Nosotros ya hemos hecho algunos sondeos, y creemos que acá tenemos fácil unos 50 clientes potenciales. En Chile hay gente joven, aventureros, gente que sube cerros y se mete en expediciones que son más caras que ir al espacio. Pero más allá de eso, lo que nos motivó es todo el concepto que hay detrás, la visión estratégica que se desprende. Poner a alguien en el espacio es hacer hoy el viaje del futuro. Y tiene una connotación sin precedentes, es ir más allá de las barreras actuales del turismo.

Castro cuenta que los primeros viajeros espaciales, el grupo de los Founders y los Pioneers, están recibiendo un tratamiento especial de la compañía:

-La idea es que el viaje comience una vez que se hace la reserva. De hecho, el propio Branson los mantiene informados o los invitan a eventos muy elegantes. Hace poco, Virgin llevó a 66 personas del grupo Founders a Filadelfia. Allí, todos se sometieron a una prueba en una máquina que simula la fuerza centrífuga propia del vuelo. Era primera vez que esa máquina era usada por civiles no astronautas. Y todos, desde un joven de 20 hasta un señor de 72 años, superaron la experiencia.
Otro detalle interesante, dice Castro, tiene que ver con la nave madre desarrollada por Rutan. Bautizada como Eve en honor a la madre de Branson ("si era una nave madre, ¿qué otro nombre podía ponerle?", diría el magnate), los cerebros de Virgin Galactic esperan convertirla en la sucesora del Concord y en un medio más barato para poner satélites en órbita. Dice Castro:

-Dadas sus características, se dice que podría ir de Nueva York a Sydney en cuatro o cinco horas. Y poner un satélite en el espacio, que hoy le cuesta US$ 20 millones a la NASA, podría hacerse por unos US$ 2 millones.

This entry was posted on sábado, 7 de junio de 2008 at 4:19 p. m. and is filed under . You can follow any responses to this entry through the .

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