La idea suena desde un inicio ambiciosa: crear la mayor biblioteca virtual del mundo y poner así a disposición de todo aquel que cuente con un computador y acceso a internet la "totalidad" del conocimiento actual.

Para ello, Google Books (books.google.es/), la biblioteca ideada por la empresa estadounidense, contará con las colecciones de algunas de las más importantes universidades del mundo como las norteamericanas de Harvard, Stanford, Michigan, Princeton y California, la británica de Oxford, la española Complutense de Madrid -cuyos archivos comenzaron a ser trabajados recientemente-, la Biblioteca Pública de Nueva York y la del Congreso de Estados Unidos, cuyos títulos serán digitalizados para ser subidos a la red, desde donde podrán ser descargados en forma gratuita. Aquellos textos que cuentan con derechos de autor sólo estarán disponibles en parte.

Aquella idea que comenzó en 2004 comienza a tomar cada día forma más concreta. Porque ya son 20.000 editoriales y 28 bibliotecas las que han aceptado hacerse parte de este proyecto que abre la puerta a la esperada era digital, marcada por el acceso ilimitado a la información en forma más democrática, lo que supondría nuevas lógicas de lectura comunes a todos los ciudadanos del mundo.

Aunque la idea de esta biblioteca universal cada día tiene más aceptación en el mundo, aún hay detractores que critican la hegemonía que con este proyecto tendría la empresa norteamericana para pautear con sus criterios los libros y documentos que formarán parte de este gran acervo cultural.

SI NO ES GOOGLE
Cuando Google presentó su proyecto hace cuatro años, algunos de sus más férreos opositores vinieron desde Europa. El encargado de la Biblioteca Nacional de Francia, Jean-Noël Jeanneney, señaló que este proyecto ponía en riesgo al continente al dar la posibilidad a Estados Unidos "de definir la idea que las futuras generaciones tendrán sobre el mundo". "No quiero que la Revolución Francesa se estudie únicamente con libros escogidos por Estados Unidos", afirmó en su minuto.

Para hacer frente a este posible panorama, 19 países europeos comenzaron en 2005 su propio proyecto donde digitalizarán sus archivos nacionales. El prototipo de esta Biblioteca Digital Europea (www.theeuropeanlibrary.org/) debería presentarse en noviembre de este año y se espera que cuente con un mínimo de dos millones de libros, fotografías y otros documentos que serán puestos gratis en la red. La iniciativa espera tener de aquí al 2010 la suma de seis millones de documentos a disposición de navegante.

Pero este no es el único caso de archivo virtual que intenta hacerle el peso a Google Books. En 2006, Microsoft anunció la creación de su propia biblioteca a través de dos motores de búsqueda de contenidos: Live Search Books y Live Search Acemics. Sin embargo, tras más de 750 mil libros digitalizados y 80 millones de revistas indexadas a su base de datos, el proyecto decidió poner fin a su trabajo, en un movimiento estratégico orientado hacia objetivos más comerciales.

"Basados en nuestra experiencia, prevemos que la mejor forma para un motor de búsqueda que ponga a los libros disponibles serán depósitos de contenidos lentamente creados por los editores de libros y bibliotecas", señaló la empresa al poner término a su proyecto y desactivar las herramientas específicas mediante slas cuales se accedía a este contenido.

En nuestro país, una iniciativa que se encuentra dentro del panorama es la página Libros de mentira (www.librosdementira.org). Un sitio dedicado a la digitalización de libros de autores nacionales para ser leídos en forma gratuita en la pantalla por los visitantes, en la que es la primera iniciativa de este tipo en el país. La idea de esta biblioteca virtual es contar con cuentos inéditos o poco difundidos de autores nacionales, como Alberto Fuguet, Germán Marín, Alejandro Zambra, Alejandra Costamagna, Ramón Díaz Eterovic y Rafael Gumucio, entre otros, quienes donarán sus trabajos al sitio que lleva poco más de un mes de funcionamiento.

UNA HOJA, UNA PANTALLA
El e-book o libro digital es otro de los ingredientes claves de esta nueva forma de lectura. La creación de un aparato que simule de tal forma la actividad de leer y que cumpla las mismas o mejores condiciones de tomar un libro son un objetivo que ha crecido, aunque de forma más subterránea, en forma paralela a las bibliotecas virtuales.

Tras algunos intentos durante los años 90, fue recién a fines de la década que dos lectores de e-book lograron trascender un poco más allá de la anécdota. En 1998 salieron al mercado el Rocket e-book, de la empresa Nuvomedia, y el SoftBook reader de SoftBook Press. Pese a que entre sus ventajas estaba la facilitación de la descarga de libros, una gran capacidad de almacenamiento, un diccionario integrado y una pantalla superior a la de un computador tradicional, ambos aparatos no lograron posicionarse en el mercado como el gran avance tecnológico que todo ciudadano debía tener en casa.

Las razones para que estos intentos no hayan progresado van desde dificultad para su manipulación por asuntos de diseño hasta elevados precios. Un avance en esto lo realizó en 2006 Sony con su lector Sony Reader y Phillips con iLiad, dispositivos que contaban con un menor tamaño, mayor capacidad de almacenamiento y el uso de tinta electrónica. Sin embargo, su alto precio los mantiene alejados aún de ser un producto ampliamente masificado.

La aparición en 2007 del Kindle, un nuevo lector de e-book lanzado a través de Amazon, supuso un nuevo panorama. El modelo mejor desarrollado de estos dispositivos se desliga para su funcionamiento del computador o una conexión de internet, necesitando para ello sólo una cobertura telefónica móvil. Así, la simplificación del proceso es máxima y los intermediarios son reducidos a una simple interacción entre el e-book, el lector y un click.