El jueves se cumplen 25 años de la muerte del artista canadiense, célebre por sus interpretaciones de la obra de Bach y por su excéntrico temperamento.


Sentado, o más bien doblado en una desvencijada silla que era su fetiche, el canadiense Glenn Gould parecía un insecto interpretando a Bach al piano... y lo hacía como pocos.

Tocaba en los mejores instrumentos del mundo, pero instalado en una silla de patas recortadas que lo hacía tomar una postura inusual para un pianista, con el rostro muy cerca del teclado y los brazos y hombros extrañamente levantados.

Se dice que deformaciones derivadas de esa postura lo hicieron, en 1949, resbalar y caer en una calle de Ontario, cerca de su casa, provocándole la fractura del coxis.

La silla se exhibe hoy en una vitrina de la Biblioteca Nacional de Canadá.

El 25 de septiembre, Gould habría celebrado su cumpleaños 75, pero con una frialdad premonitoria, en la década del 70 anunció que moriría a los 50 años. Y así fue, porque un infarto cerebral lo llevó a la tumba el 4 de octubre de 1982, recién cumplidas sus cinco décadas.

Había nacido en Toronto, en 1932, en el seno de una familia de músicos (su abuelo era primo del compositor noruego Edvard Grieg). Aprendió a tocar el piano con su madre, y a los 10 años ingresó al Royal Conservatory of Music, convirtiéndose en el discípulo más joven del pianista, docente y compositor chileno Alberto Guerrero (recuadro).

El precoz intérprete tocaba y dirigía sin partitura y, con una sola excepción, nunca grabó dos veces una misma obra. De hecho, entre los 60 discos que dejó como herencia musical, las "Variaciones Goldberg", de Bach, es la única pieza repetida y la más amada. El primero de estos registros fue en 1955, al inicio de su carrera, y dura 39 minutos. El segundo en 1981, poco antes de su muerte, es mucho más lento, y dura 51 minutos (contiene frases repetidas que no están en la primera grabación).

Amado y odiado

Como sucede con los grandes artistas, la actitud de Glenn Gould frente a la vida y al arte musical generaba idolatría y también odios profundos: ya el hecho de interpretar a Bach en un piano, para muchos constituye una blasfemia, porque en tiempos del maestro de Eisenach no existía ese instrumento. Sus obras están escritas para clavecín u órgano, lo que llevó a Gould a una competencia que nunca buscó con Wanda Landowska (1879-1959), clavecinista experta en Bach y químicamente pura, según la crítica.

Los gustos musicales del artista también fueron objeto de crítica, porque su repertorio apenas incluyó a los compositores románticos. Chopin, Liszt o Schumann eran despreciados por el intérprete. En la creación musical, decía: "hay una gran laguna entre 'El Arte de la Fuga' (Bach) y 'Tristán e Isolda' (Wagner)".

Excéntrico y encantador, se presentaba a los conciertos con mitones, abrigo y bufanda, sin importar el clima. Su técnica era sorprendente y sus grabaciones, a menudo tildadas de extravagantes, son referenciales.

Como en un ritual, antes de sus presentaciones y/o grabaciones, Gould sumergía las manos en agua caliente durante 20 minutos. Además, como lo hizo Óscar Peterson y lo siguen haciendo Keith Jarrett y Eddie Palmieri, tarareaba mientras tocaba, lo que se percibe claramente en sus registros.

No más conciertos

A los treinta y un años de edad, Gould, afectado por el síndrome de Asperger (cuyas características se advierten en un razonamiento extremadamente sofisticado, una concentración obsesiva, una memoria casi perfecta y un afán de soledad), decidió abandonar los escenarios y se dedicó a realizar grabaciones discográficas cuyos detalles cuidó en extremo. Prácticamente grabó la obra completa de Bach para teclado. Además de los registros, se dedicó a la escritura y a la radio, que lo apasionaba.

En 1983, a un año de su muerte, el escritor austriaco Thomas Bernhard escribió la novela "The Loser" (El Malogrado), que gira en torno a Glenn Gould y su interpretación de las "Variaciones Goldberg". En 1992, Manuel Huerga dirigió el documental "Las Variaciones Gould", mientras que en 1993 se hizo el filme "Thirty Two Short Films About Glenn Gould", dirigida por François Girard y Don McKellar.

Aunque "Estudios críticos" de Gould se encuentra agotado, la editorial Global Rythm publicó este año "Conversaciones con Glenn Gould", de Jonathan Cott.

Kevin Bazzana consigna en su libro "Vida y arte de Glenn Gould" (2003) que este hijo único tuvo su primera jaqueca después de ver "Fantasía", de Disney, por su "colorido desbordante". Rechazaba la luz del sol, los ejercicios físicos, la franqueza emocional y la ópera italiana. Era hipocondríaco, odiaba los aviones, la mayoría de los cuartos de hotel y su calefacción, y el ritual de los conciertos llamando al público "una fuerza perversa". Según Bazzana, la hipocondría hizo tragar a Gould unas dos mil píldoras en sus últimos nueve meses de vida. Sin embargo, la autopsia reveló pocas alteraciones, salvo la hipertensión.

Sus manías febriles lo hicieron entablar un largo pleito contra la firma Steinway & Sons por una lesión que le habría provocado su jefe técnico al saludarlo con una palmada en el hombro.

A pesar de ello, otras facetas de su vida resultan admirables: sus herederos son, por partes iguales, la Toronto Human Society y el Ejército de Salvación.

Sin habérsele comprobado una tendencia homosexual, se sabe que Gould mantuvo relaciones con varias mujeres, pero sus nombres permanecen en secreto. Comparaba un recital con una relación amorosa, afirmando que lo mejor era hacerlo en privado.

Por si todo esto fuera poco, su grabación de Preludio y Fuga en Do mayor N° 1, de Bach, figura entre las muestras de música de la Tierra incluidas en sendos discos de oro a bordo de las dos sondas Voyager, lanzadas al espacio por la NASA en 1977.

El mito en torno a la vida de Glenn Gould trasciende ahora el planeta.

Maestro chileno

Alberto Guerrero (nacido en La Serena como Alberto García y Guerrero, 1886-1959) inculcó en Gould el gusto por la música pre clásica (Bach, Byrd, Gibbons y Sweelinck). Tocaba el clavicordio y el fortepiano y conoció a Wanda Landowska. También introdujo al genio precoz en el gusto por la música de Schoenberg, uno de los puntos fuertes de su interpretación. Al respecto, Kevin Bazzana dice: "Entristece que Gould haya reconocido tan poco todo lo que aprendió de Guerrero. Esta negativa a admitir una influencia tan baladí y, a la vez, tan fundamental (como la de un maestro de piano en su infancia), quizás haya sido una cuestión de imagen. Más valdría hacerle creer a la gente que era un genio nato".

Sus gustos

El autor y poeta Jonathan Cott fue una de las pocas personas a las que Gould concedió una entrevista. Tras la muerte del pianista, Cott, que habló con Gould en 1974 para la revista "Rolling Stone", recopiló estos materiales, añadió una introducción, una selección fotográfica, una lista del repertorio grabado por Gould, una filmografía y un listado de los programas que Gould hizo para radio y televisión. Entre los temas que aborda "Conversaciones con Glenn Gould" están su predilección por Orlando Gibbons, Richard Strauss, Petula Clark y Barbra Streisand (admirada por el pianista como "la cantante y actriz más grande desde María Callas"), y el horror que le provocan las sonatas para piano de Mozart o los Beatles.

El primer pianista de la Tierra en Marte

El 7 de mayo de 1957 se ha convertido en un gran acontecimiento histórico en el mundo musical ruso. Fue el primer día de la gira europea de Glenn Gould, que comenzó sus presentaciones en el Gran Hall del Conservatorio de Moscú, donde tenía programados cuatro recitales y otros cuatro en San Petersburgo. A sus 24 años, Gould era el primer pianista norteamericano que visitaba Rusia después de la Segunda Guerra Mundial. Los noticieros decían que era "el primer pianista de la Tierra en Marte".

En Rusia, tras largo período de desconocimiento del nuevo pianista, bastó sólo una hora para que su nombre se encendiera como una nueva estrella brillante en el cosmos musical.

Maravillaba su vibrar de cada nota y la manera totalmente innovadora de la filosofía musical que trascendía cada una de sus interpretaciones.

El gran músico y crítico ruso Henrich Nehaus (maestro de los famosos pianistas Richter y Emil Gilels) ha confesado: "Gould no es un pianista, es un fenómeno. Él ha construido un nuevo puente hacia la música de Bach".

Sus interpretaciones de Bach son tan conmovedoras que puede ser que Gould haya sido su discípulo. Desde entonces, la vida pianística de la interpretación de Bach se ha dividido en dos etapas: antes y después de Glenn Gould".

Una mente brillante y original

Cuando recordamos a Glenn Gould inmediatamente escuchamos la música de Bach, sonreímos admirados ante su originalidad, genialidad interpretativa y extravagancia. Lo imaginamos en su silla plegable (única compañera de conciertos por muchos años, según dijo), con la nariz pegada al Do central del teclado, tocando con bufanda y abrigo, amén de canturrear las notas al compás de sus dedos.

Él, más que ningún otro pianista, mostró el tejido y entramado musical de los preludios y fugas, partitas etc., sobre todo en sus memorables interpretaciones de las Variaciones Goldberg de los años 55 y 81.

Su genialidad y su versatilidad lo llevaron a publicar una gran cantidad de ensayos musicales, componer, dirigir y mantener por un largo tiempo programas de radio y televisión.

Fue un artista que marcó a toda una generación con sus interpretaciones de Bach a Schoenberg, con las cuales podemos estar o no estar de acuerdo, pero siempre reconocer una mente brillante y una gran originalidad.

Finalmente, qué conmovedor saber que fue un chileno, el pianista y profesor Alberto Guerrero, quien tuvo la mayor influencia en su desarrollo, que lo llevaría a ser recordado hoy como uno de los más grandes intérpretes de Bach.

Glenn Gould - Bach's Brandenburg Concerto No.5 (1 of 3)



Glenn Gould - Bach's Brandenburg Concerto No.5 (2 of 3)



Glenn Gould - Bach's Brandenburg Concerto No.5 (3 of 3)


This entry was posted on domingo, 30 de septiembre de 2007 at 6:32 p. m. and is filed under , . You can follow any responses to this entry through the .

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