Philip Glass y Yo  

Posted by Ignotum in


No me puedo imaginar que un año después de mi nacimiento y luego de casi dos décadas Glassworks llegaría a mi oído, fue quizás a mediados del 2001/2002 que gracias a Opening me sentí identificado con su música.

Ya años después aprendí a tocar Metamorphosis One.

El destino nos unía ya que a antes de comenzar mi carrera audiovisual vi Chronos un filme Documental que me adentro en Ron Fricke y Godfrey Reggio con quién Glass a trabajado en Naqoyqatsi (2002), Powaqqatsi (1988), Koyaanisqatsi (1982).

No ahondaré en las intervenciones de Glass en el Séptimo Arte.

Su música minimalista que envuelve el aura y estremece el ser me inspiro en el énfasis de un documental llamado Perseverancia que realice el segundo semestre del 2005.

Al principio de los años setenta, la música de Philip Glass apareció como una alternativa a todo lo que se estaba oyendo entonces: el rock se volvía más complejo, más sofisticado [de hecho, algunas experiencias cruzaron los caminos de la investigación contemporánea], la canción se andaba volviendo espesa, adjuntándose orquestas sinfónicas o alineándose en la batida metronómica de los sequencers. En cuanto a la música contemporánea, se estaba encerrando en áreas privilegiadas, justificándose por textos “musicológicos” abstrusos y pretenciosos.

Con su vuelta a una pulsación animada y franca, su sentido casifísico del sonido, las composiciones de Music in Twelve Parts (1971/74) [que se podía descubrir en una nueva etiqueta, Virgin, dieron el tono de una música a la vez moderna vanguardista] sin explicación superflua. Es probablemente lo que la inteligentsia de los “Modernos” nunca perdonó a Philip Glass: su éxito immediato y duradero con un público más y más extenso] y no únicamente compuesto de los “especialistas” de la música contemporánea…

Inicialmente marginal, el compositor adquirió el estatuto de músico “universal”. Algunos (en Europa, pero también en los Estados Unidos) nunca admitieron que su música alcanza más allá de las divisiones ideológicas muy marcadas en este dominio: por sus diferentes fuentes de inspiración (especialmente francesa e india), esta música reconcilia los géneros popular y académico, el Occidente y el Oriente…

En este aspecto, Philip Glass es incontestablemente uno de los compositores occidentales quienes van más lejos en la integración y la asimilación de los principios de escritura del continente indio.

Glass dice:

“En la música occidental, el tiempo está segmentado: se toma una duración para cortarla en tajadas, como el pan. En la música india, así como en todas los músicas no-occidentales que yo conozco, se toman pequeñas unidades, o un elemento de tiempo, y se articulan las unas con las otras para hacer mayores valores de tiempo. Traté de integrar los principios formales de esta música en mi trabajo. Admito que sigo sin haber totalmente explorado la cuestión. Para toda mi generación, dominada por el serialismo, esta música fue un aporte de oxígeno. Esto nos permitió concebir la música de otra manera.”

Esta originalidad de su música asumió su plena dimensión con Einstein on the Beach, co-escrito con el director Robert Wilson en 1976, e inicialmente presentado en Avignon y luego en Paris. Para muchos de nosotros, esto fue el choque. No se parecía a nada conocido; estábamos pasando a un otro mundo.
Glass y Wilson habían concebido un teatro basado en una secuencia de cuadros e imágenes tanto visuales como musicales. A la sublime lentitud del gesto wilsoniano respondía la escritura de Glass, invitanto al ritual y a la contemplación. Este estilo [ni simplista, ni más elaborado que el estilo neo-serial] ponía toda una parte de la música contemporánea actual en una perspectiva donde aquella aparecía arcaica. Uno asistía al nacimiento de una nueva expresión artística, tan visual como sonora, que trastornaba las nociones de duración y de espacio. Esto volvió a ser la música de una generación que rechazaba cualquier dogmatismo estilístico, atrayendo a nuevos espectadores y reconciliando a los otros con la música contemporánea.

Nacido en andares marginales y alternativos, Philip Glass sigue hoy fiel a su enfoque. No está esperando solicitaciones, sino que las anticipa.

Siendo ahora su propio productor, puede crear en plena independencia, conformar un conjunto de músicos, decidir de una gira y tocar donde quiera: en galerías, universidades, cinemas, pueblos lejanos…Evita así los canales de difusión tradicionales y reencuentra la libertad de un espacio correspondiendo específicamente a su creación. Cuando empezó, tocó en lugares de exposición de vanguardia, pero luego organizó él mismo sus giras, invirtiendo en espacios que no se habían imaginado antes. Al recorrer el campo con su tienda ambulante, trayendo en sus maletas la película sin palabras Koyaanisqatsi de Godfrey Reggio o su ópera La Bella y la Bestia, va a lo más cercano del público, y reanuda con esta dimensión popular del espectáculo la de las tarimas donde habían nacido la Historia del Soldado de Stravinsky y Ramuz así como numerosas obras de la vanguardia francesa de los años veinte y treinta.

Hoy el compositor no perdió nada de su bella energía y crea todas clases de nuevas partituras. Explora vías múltiples, incluyendo la de la ópera “tradicional”, respondiendo a pedidos del MET de Nueva York (The Voyage, en 1992) y del gobierno portugués: White Raven, en la ocasión de la conmemoración de los Descubrimientos de Portugal, en 1998…

Por su incesante actividad y su sentido del espectáculo, Philip Glass escapa a la conciencia infeliz del creador en busca de un público. Ópera, música instrumental, música de cinema y circunstancial, partituras de cámara, música de piano: este artista excepcional cruza los géneros con maestría, hasta crear una nueva forma de espectáculo con La Bella y la Bestia, primer y notable caso de “teatro musical con película”, o también, en colaboración con Bob Wilson.

MoNstERs of GRAce (1998-…), una ópera video en 3D.

Por su éxito popular, es uno de los pocos artistas quienes adquirieron una legitimidad que no sea meramente póstuma, lo que lo hace aún más fascinante.

Para “Looking Glass”, le han seguido paso a paso, primero en la intimidad de la creación, luego en la realización de la partitura, los primeros ensayos con los intérpretes y la grabación en el estudio. De su domicilio a la escena, pasando por sus encuentros, Philip Glass nos enseño la película de sus vidas múltiples: Nueva York, Boston, Londres y Paris.

“Another Look”, suplemento del DVD, contiene varios documentos inéditos, incluyendo una entrevista en ocho partes con Philip Glass, sobre su infancia, la época cuando rompía con su hermano pilas de discos 78 rpm no vendidos en el entresuelo de la tienda de su padre, sobre su profesora Nadia Boulanger, sus primeras colaboraciones con Ravi Shankar y luego con Bob Wilson, sobre sus padres espirituales y los compositores de su generación, así como sobre su reciente creación The Sound of a Voice, un díptico de óperas de cámara con un libreto de David Henry Hwang y con dirección escénica de Robert Woodruff, en el teatro ART de Boston
(Estados Unidos), en mayo 2003. Siguen dos escenas completas de The Sound of a Voice rodadas en Boston, así como una interpretación en piano por él mismo de su Estudio n°2, rodada en su domicilio neoyorquino. Robert Wilson, que encontramos en Watermill [un centro de formación y ensayo interdisciplinario que fundó en 1992 en Long Island, en la periferia de Nueva York] evoca memorables espectáculos co-escritos con su alter ego: Einstein on the Beach, the
CIVIL warS y White Raven, así como en los enlaces que los unen.

This entry was posted on viernes, 16 de noviembre de 2007 at 2:59 p. m. and is filed under . You can follow any responses to this entry through the .

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